Suplicio de Perdición

Si a través de mí tú te vieras, renacerías inmortal y alada en la carne ensangrentada

Pues estos fantasmales acercamientos decoran el cielo con matices fúnebres

Y, con la respiración mermada, he seguido el camino hasta la repisa prohibida

Mediante el color del tiempo se tornasolan los vergeles plagados de entes viles

.

El atiplado sonido de sus masculladas voces me sugiere que aún estoy cuerdo

Pero la calamidad con que retuercen mis pensamientos farfulla en desacuerdo

¿Qué clase de situación burbujeante y frustrante se envanece en mi interior?

Que, cual espada desgarrando mi corazón, punza para expulsarme hacia el exterior

.

Se apoderan de lo poco humano que permanece en esta pintura obscena e impía

Se muestran remisas las amorfas percepciones ante el enfoque idílico del crepúsculo

Y, cuando no los escucho cantar, celebro con una marchitada nota de victoria serena

Aunque vuelven tan pronto, no cedo en mis derruidos esfuerzos en este atroz ocaso

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Y, a cada paso, extienden sus fastidiosas y membranosas alas para obstruir el camino

Oscurecen cada recoveco por donde la iridiscencia del infinito podría vislumbrarse

Apesadumbrado e irreconocible me arrastro entre dolorosos reductos para escapar

¡Cuán aciago es el destino cuando me encuentro a mi peor enemigo en mí mismo!

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Mis lamentos angustian a los atormentados arcontes de las catacumbas sórdidas

Perturbando la paz muerden y devoran las formas etéreas de un conocido ancestro

Lóbregas imposiciones y obediencia estricta me exigen los mares de la demencia

No ya interesa lo que yo desee, los otros dentro nunca toman en cuenta mi opinión

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La calamidad del dragón se fortifica cuando el rojo de sus ojos salpica la hoz

Y el renuente miserable sueña con las cadenas retirarse para suspirar y avanzar

Por los torcidos e inmundos senderos que conducen al desenvolvimiento voraz

Para tropezar una y otra vez con el mismo obstáculo, el rostro del asesino sin disfraz

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Cuando contemplo la inexistencia del onírico escape hacia las estrellas, sufro y rio

Entonces sé que yo mismo marchité mi alma y ensucié las huellas del niño enfermizo

¡Cuántos libros escritos y ninguno logró expulsar las entidades que detesto poseer!

¿Será que alguna vez cese su injerencia y pueda yo recuperar el control de mi ser?

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Libro: Último Suspiro


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