Suplicio Liberador

Alterada la taciturna alegría de los ojos de dios, contemplaba el mundo

Mundo cruel e irremediable, plagado de seres infames llamados humanos

Quienes mataban por gusto y gozaban con diversiones tan patéticas

Las herméticas enseñanzas jamás se mostraron ante tales alimañas

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Pobres monos y viles profanos, incultos de la verdadera eternidad

Cual ovejas siguen falsos credos e idolatran tontos con dinero

Un asqueroso papel que ha tenido como labor idiotizar al mundo entero

Para las mentes débiles la ausencia de consciencia es el cielo

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Para los pocos que ostentan belleza solo resta el adorable infierno

Que en las llamas refulgentes se insaculen las criaturas engendradas

En los valles del dolor resurgirá el ejército que destruyó al gobierno

A los soberanos solo les queda suplicar por la ausencia de realeza

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Vale más morir aquí que soportar la toxicidad de los viles humanos

Vale más el suicidio sublime que la tolerancia de la travesía sin fin

No querer seguir, ir en contra de la normalidad, talento y felicidad es

¡Qué pequeños y efímeros los deseos se tornan en esta agobiante realidad!

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No sin demasiada ensoñación se oculta el corazón de la fantasía

Fantasmas de un paraíso contrariado con la naturaleza arrogante

Pétreas y lóbregas flores coronaron el altar que de las sombras surgió

Enmendó la luz y adivinó el fragor, sufrió al saber de tanto dolor

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Nadia había osado matizar las corrientes del vértigo más divino

Hacedores de mala vibra, esparciendo una figura de aciago cetro

Féretros orlados con los nombres de los únicos pensadores inciertos

El camino torcido, la mente vacía y el alma pendiendo de las ramas

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En verdad no es comprensible su maldad ni en su aspecto más puro

¿Quién querría crear y sostener una existencia tal como la nuestra?

¿Qué entidad, acaso un accidente? ¿Qué dios, acaso un loco invidente?

No debe resultar extraño el apocalipsis de los mejores destructores

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En los cabellos de las aladas formas y de las oquedades sin fin

En las noches que absorben los desaliñados infortunios del humano

En las palabras de un pobre visionario destinado al cadalso

Y, al fin, en la verdad que se mantiene lejos de tan fatal ocaso

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Soliloquios de las ideas prohibidas en los corazones marchitados

Destrozadas fábulas convertidas en bagatelas para intentar vivir

El plan fue puesto en marcha, la trampa tendida y el engaño se propagó

Otorgada estaba ya la condenación, lejos se fue y jamás volvió el amor

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Libro: Irrefrenable Tristeza


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